Si algo nos enseña la biología, es que pasa de todo al mismo tiempo.

Los libros nos muestran los procesos biológicos como secuencias ordenadas para que podamos hacernos una idea, pero la realidad es otra cosa.

No tenemos tuberías que como si fuéramos refinerías. El campo biológico no funciona de esa manera. Entender los esquemas de rutas metabólicas requiere tiempo, concentración y esfuerzo. Al final de lo cual, si creyéramos que entendemos la ruta metabólica, nos estaríamos engañando: recién estamos entendiendo el esquema.

Lo mismo pasa con el proceso de diseño.

Los procesos “de libro” son simplificaciones narrativas.

Parafraseando a Jared Spool, los procesos “de libro” son la ficción del autor de cómo le gustaría que sea su próximo proyecto.

In my research, a process is a post-hoc rationalization of the idealized portions of work. When people describe their process, they are describing how they’d like to describe how a future project went down — Jared Spool

Ningún proyecto de diseño jamás siguió un proceso ordenado. Design Thinking, Doble diamante, etc, son simplificaciones didácticas para clientes o principiantes.

Tomarlas como garantías o prescripciones es un error que el modelo, con sus falsas promesas, nos impulsa a cometer.

Todo problema complejo tiene soluciones erróneas simples y fáciles de entender.

Ojo con comprar la simplificaciones como si fueran verdades.

Por caso, vean todo lo que Christina Wodtke encontró que Design Thinking deja afuera (y que por ende, clientes y principiantes ignoran):

 

Todos los modelos son erróneos; algunos son útiles.

La definición de procesos, es el problema más complejo que tiene el Diseño. Porque cuando se los termina de entender y estandarizar… se vuelven previsibles, mecanizables, y el proceso de diseño empieza a emerger en otro lado.

Conectarnos con una comunidad de práctica y apoyarnos en expertos, mentores y críticos, son fundamentales para lograr una mirada equilibrada y madurar como profesionales.

 

La anti-agilidad detrás de la comoditización

Detrás de las metodologías vendidas como soluciones mágicas, se esconde la narrativa de que los problemas de diseño se pueden encarar de manera mecánica, que los procesos aseguran los resultados, y que son más importantes que las personas.

Es una narrativa tan fuerte como la ley de la gravedad. Toda metodología tiende a gravitar alrededor de ella, por más que pretenda lo contrario.

Tenemos por caso al mismísimo Manifiesto Ágil, declarando desde principios de siglo “Individuos e interacciones sobre procesos y herramientas”. Pero en lugar de desarrollar individuos e interacciones, las empresas prefieren contratar “consultorías ágiles” que les ofrezcan falsas garantías y recetas mágicas.

Es nuestro rol como profesionales involucrados en el proceso, resistir y combatir esa tendencia.

La alternativa es que los profesionales de UX sean los meros ejecutores de los “rituales” propuestos por los “gurúes”. Ese modelo, basado en pretendida autoridad y procesos de toma de decisiones superficiales dictados por “la moda”, es uno de los tantos errores del Marketing que debemos dejar de repetir.