Dirección UX: el encuadre para la era de la IA
Hace algunos años empecé a usar el término Dirección UX para describir con más precisión el rol que ocupo dentro de los equipos. Y fue en ILA23 donde lo presenté por primera vez como una propuesta formal para la comunidad.

Mi punto es simple: la Dirección UX es al software lo que la Dirección es al cine. Y en la era de la IA, la Dirección UX es un encuadre que nos empodera desde una posición de toma de decisiones, frente a la de “Diseño”, que inevitablemente siempre queda relegada a la ejecución – lo que la tercera ola del diseño digital probablemente se termine llevando de nuestras manos.
Como en el cine, el director UX no necesita ser quien escribe el guion, actúa, opera la cámara o edita. Pero sí tiene que ser quién de forma, sentido y dirección a todo ese proceso para que se convierta en una obra coherente y efectiva, que cumpla con una visión y con objetivos de negocio.
Para lograr nuestra función como Directores UX, tenemos que conocer sobre todas las disciplinas que intervienen – empezando por research, diseño de interacción, diseño de interfaces, lenguaje audiovisual, arquitectura de información, estrategia de contenidos, así como aspectos de marketing, negocio y desarrollo. No necesitamos dominarlas todas operativamente, pero sí entenderlas lo suficiente como para delegar de manera efectiva. Es decir: lograr acuerdos claros, tomar decisiones informadas y construir una visión compartida incluso antes de tener claro cómo será el producto final.
Ese es, para mí, el corazón de la Dirección UX: mantener la visión, despejar el camino, delegar bien y decidir mejor – para lo cual hace falta dominio de metodologías, y ayuda nuestro sistema Experience Decision Making.
No se trata de “saber más” que el equipo, como equivocadamente se plantean muchos jefes. No se trata de mostrar que tenemos más técnica, más herramientas o más experiencia que cada miembro. Se trata de ayudar a que cada uno pueda hacer su mejor trabajo.
Cada persona del equipo sabe que seguramente tiene más dominio técnico que yo. Porque incluso en disciplinas donde alguna vez fui especialista, ya no estoy al día como lo están ellos. Y esa así como debe ser. No es mi rol competir con ellos, es ayudarlos a brillar.
De la misma forma en que un director de orquesta no compite contra el resto de los miembros: su rol es hacer que todos suenen mejor.
Y entonces llegó la IA.
En nuestro equipo, tratamos a la inteligencia artificial como un “ultra júnior”: un asistente que puede hacer algunas tareas útiles, pero que necesita instrucciones muy claras, supervisión intensiva y revisión constante. Porque la IA tiende a desviarse, a inventar, a justificar errores con tono convincente. No es confiable, pero sí útil si se la encuadra bien.
Nos ofrece algo valioso: la línea de base. Lo mínimo esperable. Lo que cualquier persona va a pedirle como primera versión. Y por eso no nos resuelve el trabajo: nos marca la expectativa mínima. A partir de ahí, tenemos que lograr diferenciar y construir valor.
Esto genera un cambio profundo: los roles de menor seniority, ya no son el último eslabón de la ejecución. Ahora tienen que aprender a delegar.
Tienen que aprender a pedirle cosas a la IA. A distinguir entre “que lo haga” y “que esté bien hecho”. Tienen que asumir responsabilidad, no sólo por lo que producen, sino también por lo que hacen otros —aunque ese otro sea una máquina.
Y ese es el motivo por el cual creo que la Dirección UX, como disciplina, es nuestra respuesta al desafío de la IA.
Porque pensar la UX como ejecución ya no alcanza. Necesitamos formar profesionales capaces de dirigir: de pensar en términos estratégicos, de gestionar procesos complejos, de coordinar múltiples especialidades, y ahora también, de integrar inteligencias artificiales en su flujo de trabajo con sentido crítico.
La Dirección UX no es una jerarquía. Es una mirada. Es una responsabilidad. Y es el encuadre que necesitamos para liderar el Diseño en la era de la inteligencia artificial.
Santiago Bustelo
Mayo 2025