Todo proyecto se inicia con las mejores intenciones. Ello no resulta condición suficiente para el éxito. ¿Qué se nos está pasando por alto?

En los últimos 25 años, diversas consultoras y organizaciones vienen analizando la industria del software. Según la muestra y metodología empleada, encuentran que más del 70% de los proyectos fracasa.

Hablamos aquí de proyectos de alto perfil, ejecutados por equipos capacitados. Hablamos aquí de una métrica que en los profesionales experimentados preocupa, pero no sorprende.

Estos tristes resultados resultan de medir, solamente, dimensiones de gestión de proyectos de software: si el producto final logra funcionalidad satisfactoria en tiempo y costos.

Necesariamente, de considerar además dimensiones de gestión de la experiencia –esto es, si lo que las personas experimentan en situación de uso, impulsa comportamientos que generen valor para el negocio– la tasa de fracasos será aún mayor. Si la ingeniería de software y diseño de producto tuvieran por separado un 30% de éxito, la probabilidad de éxito combinada sería sólo un 9%.

Este panorama nos trae malas y buenas noticias

Las malas noticias son que lo más probable es que, a pesar de nuestras mejores intenciones, nuestro proyecto fracase.

Todo proyecto se inicia sostenido en un acto de fe: que este rediseño, esta reingeniería, esta nueva tecnología, resolverán los problemas identificados, amplificarán capacidades y abrirán nuevas oportunidades.

La realidad es que todo proyecto genera problemas nuevos – y en el caso de la industria del software, estos problemas son tales que el fracaso de un proyecto resulta la norma, no la excepción.

Las buenas noticias son que, atendiendo a lo que el resto pasa por alto, podemos lograr no sólo reducir riesgos, sino también una ventaja competitiva. Y lo que a todos se nos suele pasar por alto es una función central de nuestro trabajo: nuestros procesos de toma de decisiones.

Todo producto, servicio o sistema es el resultado de decisiones. Para lograr mejores resultados, necesitamos tomar mejores decisiones.

La toma de decisiones en la industria de las experiencias

La toma de decisiones es la función más importante de la gestión. Nunca antes fue tan difícil.

Este desafío ha sido terreno fértil para nuevas metodologías de trabajo, todas ellas prometiendo el éxito que escapa a las demás. Aunque útiles, todas comparten la misma limitación: una metodología de trabajo propone una forma de organizar personas y procesos. No reemplaza a las personas, ni a sus procesos de toma de decisiones.

Experience Decision Making (XDM) nace de reconocer esa pieza faltante. Integra y extiende elementos de teoría de la decisión, psicología cognitiva y principios de influencia y liderazgo, en un sistema consistente y aplicado en proyectos reales.

XDM permite encontrar respuestas a:

¿Cómo tomamos decisiones? ¿Estamos aplicando el proceso correcto? ¿Qué tipos de información necesitamos? ¿Qué declaraciones debemos hacer?

¿Cómo podemos administrar la complejidad y la incertidumbre?

¿Qué preguntas tenemos que hacernos para lograr proyectos exitosos?

¿Cómo podemos facilitar mejores procesos de toma de decisiones de nuestros superiores y clientes?

Conociendo los fundamentos de Experience Decision Making

Tomar decisiones, al igual que correr o respirar, es algo que todos somos capaces de hacer.

Pero de la misma manera en que buzos y deportistas profesionales estudian, entrenan y mejoran las funciones sobre las que se basa su actividad, quienes gestionamos, proyectamos y construimos experiencias, debemos entrenar nuestra capacidad de tomar mejores decisiones.

XDM es un sistema de modelos y métodos para lograr mejores procesos de toma de decisiones en la industria de las experiencias. Nuestra primer edición, “Experience Decision Making en 30 minutos”, presenta los modelos y conceptos fundamentales.

Los invitamos a obtener el eBook y empezar a desenredar las conversaciones de sus proyectos.